NARRADOR Asesinar a tantas personas requería mucha energía, esfuerzo y organización. Los nazis confiaban en que los miembros de la comunidad local colaborarían para ayudarlos a identificar y reunir a los judíos que recientemente habían sido vecinos, compañeros de estudios y de trabajo, e incluso amigos. Algunos colaboraron por miedo; otros, a cambio de recompensas. En cualquier caso, fueron perpetradores. Es posible que otras personas no hayan participado, pero observaban, haciendo poco o nada en respuesta a la catástrofe. Eran espectadores. Si mira a la izquierda, verá el vagón alemán, el trágico resultado de elegir ser un perpetrador o espectador. El barco de pesca danés representa la elección del defensor. Dinamarca fue el único país ocupado por los alemanes que resistió activamente la deportación de sus ciudadanos judíos. En 1943, los cristianos daneses arriesgaron su propia vida para salvar a más de 7,800 judíos y otros 700 denominados “enemigos del Reich” que eran conciudadanos suyos. Lo hicieron ocultándolos y luego embarcándolos en pequeñas naves de este tipo hacia la seguridad de Suecia para que no los deportaran. Incluso a los judíos daneses que cayeron en manos nazis y fueron deportados a campos les fue mejor que a otros prisioneros, porque el gobierno de Dinamarca, incluso su rey, nunca dejó de presionar a los nazis en cuanto al bienestar de sus ciudadanos. Como resultado, el 98% de la población judía danesa sobrevivió al Holocausto. Y cuando terminó la guerra y los judíos daneses volvieron a sus casas, fueron bienvenidos y muchos encontraron sus hogares y bienes intactos, protegidos por sus vecinos y amigos. Además, Dinamarca estableció de inmediato reparaciones para las pérdidas sufridas por sus ciudadanos judíos supervivientes.