NARRADOR Los métodos probados a lo largo del tiempo para crear prejuicios y odio hacia un grupo de personas consisten en “señalar y excluir”. Trabajan así: primero, marcan a los destinatarios del odio como “otros”. Luego usan la marca como una forma de reconocimiento y del ostracismo de esos “otros”. Los nazis usaron la estrella de David, que se hizo conocida como la insignia judía, como una marca de exclusión. Tenía varios propósitos prácticos: identificar, segregar, humillar, estigmatizar, controlar y deportar. La insignia judía asumió muchas formas, dependiendo del lugar. Algunas eran azules sobre blanco y se usaban como un brazalete. Algunas eran doradas; algunas, amarillas. En la mayoría de los lugares, los judíos debían comprar la insignia y cosérsela a la ropa. A veces, se cosía sobre sobre el pecho, específicamente a la izquierda... o la derecha. En algunos casos, se decretó que la insignia estuviera adelante Y atrás, para que el judío fuese reconocible desde ambas direcciones. En todos los casos, el objetivo era marcar al destinatario del odio y excluirlo. La insignia se sugirió ya en 1938, y para 1941, se decretó que la usaran todos los judíos mayores de seis años de los territorios ocupados por los alemanes. Los judíos que no usaban la insignia sufrían graves consecuencias. En Polonia, se anunció: “… las autoridades han advertido que los judíos que no usen la insignia amarilla adelante y atrás podrán sufrir graves castigos, que podrán llegar a la muerte por fusilamiento”. Una pieza común de la propaganda nazi era un folleto con una imagen de la Estrella de David y estas palabras: “Quien porta este signo es un enemigo de nuestro pueblo”. En las vidrieras de los negocios de propietarios judíos también se mostraban estrellas de David por las mismas razones que se decretaron los brazaletes. Una vez deportados a los campos, se marcaba a los prisioneros de otras maneras.