NARRADOR Hay una pequeña brújula cedida en préstamo por el Yad Vashem, el Centro Mundial de Conmemoración de la Shoá en Israel. Pertenecía a un joven llamado Schlomo Brandt, que, mientras estuvo confinado en el gueto de Vilna, trabajó con un movimiento juvenil clandestino que desafiaba a los captores. Él y su esposa, Masha, lograron escapar a los bosques, donde se unieron a los partisanos. Allí, Brandt dirigió un número de ataques para sabotear vías de ferrocarril, hacer estallar vagones de trenes y emboscar a soldados alemanes. Brandt le depositó un gran valor en esta pequeña herramienta: VOZ DE PERSONAJE—MASCULINA “En los bosques, sin esto, no hubiera podido encontrar el camino”. NARRADOR Schlomo Brandt poseía el espíritu del defensor. Otro defensor fue Janus Korczak, un educador siempre rodeado de niños. En su libro titulado “Diario del gueto”, Korczak escribió: VOZ DE PERSONAJE—MASCULINA “Mi vida ha sido difícil, pero interesante. Eso es exactamente lo que le pedí a Dios en mis días de juventud”. NARRADOR: Korczak estableció orfanatos dentro de los muros del gueto. Quería asegurarse de que los niños sin padres se alimentaran, se bañaran y aprendieran a vivir con dignidad y justicia. Tuvo la oportunidad de escapar y salvarse, pero se quedó. Mantuvo su misión hasta el final, cuando, en agosto de 1942, él y su personal fueron deportados al centro de exterminio de Treblinka con los doscientos niños que quedaban en el orfanato. La marcha de tres millas hasta los vagones de ferrocarril fue dirigida por un digno Korczak que llevaba a dos niños de la mano con calma.