Brancusi tenía un interés casi obsesivo por las formas ovales y ovoides, como símbolo de lo cósmico, del inicio de toda creatividad. El huevo se sitúa al final de una evolución que experimentó el artista. En “Cabeza de niño dormido”, la cabeza todavía se distingue fácilmente: la nariz, la boca, los ojos, las cejas y el pelo. En torno a 1910 realizó “Musa dormida”, una cabeza ovoide recostada. En esta obra, representó los rasgos de la cara solo mediante líneas vagamente curvadas y ligeras redondeces. En los años posteriores, realizó distintas variaciones de esta escultura, que se volvieron cada vez más abstractas. Finalmente, este proceso culminó en 1924 en la forma básica totalmente lisa y cerrada de “El comienzo del mundo”.

Pulse A si desea más información sobre la escultura, o B si desea más información sobre Brancusi.

AB

Back to start